martes, 19 de junio de 2012

Consejos para almacenar alimentos en zonas urbanas con fines de supervivencia

Fuente: www.andinia.com

No por estar en la ciudad se sobrevive más fácilmente que en un estado salvaje; la ciudad presenta sus problemas también e irónicamente, los habitantes de ella pueden contarse generalmente entre los individuos menos preparados para enfrentar emergencias en su entorno.

Los arqueólogos e historiadores consideran en general que las primeras poblaciones y la organización primitiva de la sociedad y el estado surgieron como consecuencia de la necesidad de ganar protección por parte de la gente frente a peligros comunes. En la Mesopotamia, se sabe que las personas se empezaron a agrupar para defenderse de lo que ellos conocían como la gente de las montañas, provenientes del norte - lo que hoy en día es el Kurdistán -, que no eran mas que forajidos que se dedicaban al pillaje de agricultores indefensos como modo de vida. Esa región montañosa es pobre en recursos naturales y con el tiempo esos saqueadores se convirtieron en un verdadero problema por lo que evidentemente los hasta entonces aislados agricultores y comerciantes viajeros decidieron aunar sus recursos con el objeto de defenderse. No se trataba solamente de una cuestión de dinero, sino que con las cosechas que les robaban se les evaporaban también las posibilidades de sobrevivir. Un campesino que perdía el producto de sus tierras bien podía morir de inanición antes de poder sembrar y cosechar nuevamente, y aún así, los saqueadores podían volver. En algún momento, algunos sacerdotes o guerreros emprendedores - quizás los propios personajes montañeses - empezaron a ofrecer protección a los pobladores a cambio de ciertos pagos que hoy conocemos como impuestos. De esta forma se organizaron los primeros ejércitos o fuerzas de defensa.


Y una de las funciones que cumplían los templos de aquel entonces consistía en recolectar el producto de las cosechas realizadas por los agricultores que vivían en torno a estos poblados, más o menos como ahora se hace con los silos de granos. Con esos alimentos se podía comerciar y además sobrevivir durante algunos meses, entre cosecha y cosecha. Esto llevó al surgimiento de fuerzas de vigilancia, la escritura - por la necesidad de llevar alguna clase de contabilidad - y muchas de las instituciones que conocemos en cualquier sociedad. Irónicamente a medida que pasaba el tiempo la gente fue perdiendo ciertas costumbres relacionadas con la preparación para épocas difíciles y se acostumbró poco a poco a depender casi totalmente de los demás hasta que en la actualidad la mayor parte de los ciudadanos no conoce qué hacer en caso de una catástrofe.



Hemos perdido en buena parte nuestra capacidad innata de sobrevivir, y todo gracias a los efectos negativos o colaterales de la vida en las zonas urbanizadas, quizás ya demasiado grandes y sobrepobladas. Irónicamente, estos escenarios de supervivencia urbana también se han transformado en difíciles, prueba suficiente de que al pérdida de esa capacidad es prácticamente total porque ya ni siquiera somos capaces de entendérnosla con el medio que nosotros mismos hemos creado. Uno de los conceptos básicos de la supervivencia urbana de todas las épocas ha sido el acopio de alimentos. Desde que los sumerios iniciaron esta práctica que los llevó a prevalecer como y convertirlos en una cultura por sobre otras incipientes organizaciones sociales o humanas de hace seis mil años atrás, las cosas no han cambiado demasiado: Se necesita almacenar alimentos para sobrevivir en una ciudad pero prácticamente nadie lo hace.


Por eso este es uno de los aspectos que debemos considerar a la hora de planificar la supervivencia urbana. En tal sentido, conviene tener en cuenta las siguientes recomendaciones:

El agua es lo más importante: Una persona sin agua potable muere más rápido que sin comida. Guarde agua en botellas o recipientes. No cuente con que los servicios de agua corriente funcionarán, y en tal caso, como todo el mundo estará intentando obtener lo mismo, el agua escaseará. Sobrevivientes de la invasión iraquí Kuwait, en 1990, relataron frecuentemente que lo primero que hicieron fue llenar con agua cuanto recipiente pudieron hallar en sus casas; siendo gente del desierto, conocen mejor que muchos este problema.


Considere la duración de las situaciones de emergencia: Casi ningún evento anormal respecto de una ciudad es de naturaleza indefinida. El abandono definitivo de un centro urbano es una cosa sumamente infrecuente. La mayor parte de las emergencias que afectarán a un centro urbano cuando no exista un compromiso para la infraestructura vital, durará entre un par de horas y cuando mucho, dos semanas. Si la infraestructura ha quedado dañada a causa de un terremoto, un gran incendio, etc. la situación de excepción puede extenderse por más tiempo. De acuerdo a esto lo más razonable consiste en preparar provisiones para un par de semanas. Si se desea, también es posible almacenar alimentos no perecederos para un tiempo mayor, aunque consideraciones presupuestarias y de espacio seguramente limitarán las posibilidades de la mayoría en este aspecto.

Ley marcial o estado de sitio: La ley marcial, también llamada estado de sitio, toque de queda, estado de excepción, etc. Puede ser impuesta temporariamente por el gobierno local con el objeto de mantener la ley y el orden. Cuando esto sucede, generalmente la situación se ha degradado lo suficiente como para hacer aconsejable no salir a las calles aún con la autorización de los jefes locales, generalmente militares o equivalentes. Para ese entonces, las provisiones ya deben haber sido acumuladas y se debe considerar que a partir de la imposición de tal estado excepcional, las probabilidades de obtener alimentos y agua de otra forma que no sea bajo la dependencia casi absoluta de las autoridades resultará muy difícil. Los gobiernos autoritarios o de ocupación suelen imponer tales reglas de juego para controlar a la población local en algunos casos.

Secreto y bajo perfil: Nadie fuera de su círculo íntimo debe saber que usted ha almacenado víveres. Si eso sucediera, al menos en una situación de excepción relativamente prolongado usted se podría convertir en víctima de un saqueo, un ataque o alguna clase de acusación pública al estilo de una cacería de brujas.

Conserve siempre alimentos no perecederos: Se debe dar preferencia a todo lo que sea de fácil preservación. Las comidas deshidratadas o liofilizadas son las mejores para ello excepto en los casos en los que la obtención de agua puede resulta problemática.

Controle sus reservas: Regularmente usted deberá controlar sus reservas e ir cambiando los alimentos puesto que con el tiempo se pueden echar a perder. Que sean de larga vida no significa que sean de vida eterna y además hay que controlar el estado de los envases, cuidarse de la presencia de insectos y roedores, etc. Cuando ocurre una emergencia también hay que controlar que ninguno de los sobrevivientes esté robando alimentos.

Mantenga a todos al tanto: Los sobrevivientes de su grupo deben estar al tanto de la situación y del estado de las reservas, incluso los más pequeños porque no se podrán ser conscientes del problema si no lo conocen. Al abandonar la residencia o refugio siempre hay que avisar a dónde se va y por cuanto tiempo. Todos deben mantenerse informados.

Esté listo para el mercado negro: Si una situación anormal se prolonga, el mercado negro, particularmente en el caso de los alimentos, no tardará en aparecer y florecer. Esto debe ser tenido en cuenta a la hora de obtener alimentos pero también puede resultar útil para sobrevivir. Si tiene o puede producir algo de valor, como pan o galletas, puede usar esos productos para efectuar trueques e intercambiarlos por otra mercadería que usted puede necesitar. Recuerde que el valor del dinero en tales casos tiende a cambiar, y lo que en una vida normal puede tener mucho valor puede cambiar totalmente en relación a estas circunstancias especiales.

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